Mar Hidalgo: “El cambio climático es quizás la mayor amenaza a la que se enfrenta la humanidad en las próximas décadas”

La realidad evidencia que el calentamiento global es el responsable de graves situaciones de sequía, hambrunas y pobreza que originan desplazamientos masivos de población, al tiempo que privan de opciones de futuro a jóvenes generaciones que quedan a merced de las redes terroristas. De ahí que el cambio climático cada vez se perciba más como una amenaza para la paz y la seguridad mundial. El Mediterráneo se presenta como una de las zonas más afectadas por los impactos negativos del cambio climático, donde la subida de las temperaturas es un 20% superior a la media del planeta. 

El Seminario Permanente Universidad de Alicante-Casa Mediterráneo se ha centrado en este asunto crucial con laMesa Redonda sobre el Cambio Climático en el Mediterráneo’ que ha contado con la participación del catedrático de Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales de la Universidad de Zaragoza, Sergio Salinas Alceda, y la experta del Instituto Español de Estudios Estratégicos del Ministerio de Defensa, Mar Hidalgo. El coloquio, en formato virtual, celebrado el jueves 4 de marzo a las 11 h., podrá verse por redifusión en el Canal de YouTube de Casa Mediterráneo.

Con el fin de profundizar en la relación entre el cambio climático y la seguridad mundial y abordar las medidas necesarias para afrontar los grandes retos a los que se enfrenta la humanidad, mantuvimos una entrevista con Mar Hidalgo, licenciada en Ciencias Químicas por la Universidad Complutense de Madrid y funcionaria de la Escala de Científicos Superiores de la Defensa desde el año 2004. Desde 1997 hasta 2007 fue analista en el Laboratorio de Verificación de Armas Químicas y en la Unidad Nuclear de Laboratorio NBQ, ambos pertenecientes al Instituto Tecnológico de La Marañosa de Madrid. En este periodo fue nombrada representante española de la Sección Nuclear en parte del grupo SIBCRA (Sampling and Identification of Biological, Chemical and Radiological Agents) de la OTAN. Desde septiembre de 2007 es analista del Instituto Español de Estudios Estratégicos (IEEE). Entre sus temas de investigación asignados destacan las armas de destrucción masiva, el cambio climático, la seguridad alimentaria, los minerales estratégicos y los estudios sociológicos. 

¿Qué consecuencias puede tener el cambio climático en la seguridad y en el estallido de conflictos armados?

Cada vez hay más evidencias de que el cambio climático está asociado a la aparición de conflictos y a la generación de situaciones de inestabilidad, pero no es una relación directa. No hay muchos estudios científicos que intenten demostrar que el aumento de un grado de temperatura incremente en un porcentaje determinado la probabilidad de que estallen conflictos. La relación quizás no sea tan directa, pero sí se puede afirmar que el cambio climático es un multiplicador de conflictos y amenazas. El cambio climático y la degradación ambiental generan situaciones de hambruna y de sequías que se agravan por la inestabilidad previamente existente en países afectados por la desigualdad. La falta de recursos propicia la posibilidad de que la gente se adhiera a grupos terroristas donde encuentra una salida al hambre. Así, una situación de cambio climático puede derivar en un aumento de la radicalización.

También puede incrementarse el conflicto por los recursos al haber situaciones de sequía, de degradación de la tierra, acompañadas además de un uso insostenible, por ejemplo, de los recursos hídricos, como está pasando en los acuíferos del Sahara. Estos fenómenos son la chispa que enciende la llama cuando previamente ya hay unas cenizas encendidas de forma subyacente. Todo esto se ve agravado por situaciones de inestabilidad y una falta de gestión sostenible de los recursos.

Paisaje mediterráneo

No obstante, el cambio climático se está afianzando en su relación con la seguridad. De hecho, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas ya lo lleva tratando desde hace diez años y la semana pasada en un debate que hubo dentro de este organismo se intentó impulsar esta idea de que el cambio climático es una amenaza a la seguridad y a la paz mundial y que es necesario afrontarlo como un problema global. ¿Por qué? Porque hasta ahora el Consejo de Seguridad ha sido un poco reacio a tratar el tema como un desafío global y siempre lo ha hecho a través de resoluciones que hacían hincapié en el cambio climático pero en determinados contextos específicos como Somalia, Darfur, África del Oeste y Sahel, Mali o en los países de la orilla del Lago Chad.

Cada vez puja con más fuerza un movimiento dentro de la ONU y el Consejo que está intentando fomentar esa relación directa entre el cambio climático y la seguridad. Hay países que se oponen a ello, como China y Rusia, que argumentan que hay otros organismos dentro de Naciones Unidas que se encargan de estos temas. Y sin embargo hay otros como Reino Unido, que va a celebrar en Glasgow a finales de año la Cumbre Climática, que sí apuestan con contundencia por la tesis de que el cambio climático constituye una amenaza para la paz y la seguridad mundial, y por lo tanto hay que afrontarla desde un punto de vista global. Tanto desde la descarbonización, apostando por emisiones cero en un futuro próximo, como por un asunto hasta ahora olvidado, la adaptación de las poblaciones más vulnerables al cambio climático.

[su_quote]Hay regiones dentro del entorno mediterráneo que podrían llegar a sufrir escasez hídrica crónica y estas situaciones al final generan fenómenos de inseguridad alimentaria porque la agricultura acapara casi un 70% del consumo de agua[/su_quote]

La escasez de agua ocasionada por el cambio climático tiene una incidencia directa, además de en la salud, en la producción de alimentos. ¿Cómo pueden afectar las sequías prolongadas al fenómeno migratorio, un drama ya de por sí hoy en día en el Mediterráneo?

Es una de las consecuencias del impacto del cambio climático, sobre todo en el Mediterráneo. Indudablemente, el aumento de temperatura puede provocar situaciones de escasez de agua, unido al hecho de que los acuíferos también se gastan a un ritmo mayor que el de su reposición. Por ejemplo, el acuífero del Sahara noroccidental sólo se repone en un 40%. Hay regiones dentro del entorno mediterráneo que podrían llegar a sufrir escasez hídrica crónica y estas situaciones al final generan fenómenos de inseguridad alimentaria porque la agricultura acapara casi un 70% del consumo de agua. Ante una situación de sequía, de degradación de la tierra, lógicamente habrá una falta de producción de alimentos. Esto provoca que las poblaciones tengan que emigrar hacia otras zonas donde puedan encontrar una forma para sobrevivir.

Aquí hay que tener en cuenta también dos factores. Por un lado, la relación entre los movimientos migratorios y el cambio climático tampoco es directa. Puede haber una vinculación directa con un fenómeno meteorológico adverso, como una inundación o un huracán, que producen un desplazamiento de la población. Pero cuando el fenómeno pasa, esas poblaciones retornan a su lugar de origen. Sin embargo, ese factor a largo plazo del cambio climático hace que estas migraciones sean permanentes y ahí radica realmente el problema. Es lo que está ocurriendo en la zona del Sahel, cuya presión demográfica estamos viendo sobre todo en la ribera sur del Mediterráneo.

Por otro lado, hay que tener en consideración el aumento demográfico que está sufriendo toda esa zona del Sahel. En el caso de Nigeria la media es de siete hijos por mujer. Y se estima que en el año 2040 la población de entre 15 y 24 años de la zona del Sahel del África subsahariana será tres veces más que la de Estados Unidos y Europa juntos y el doble que la de China. Se trata de un auténtico tsunami demográfico que si encima carece de los medios para vivir, agravado por el cambio climático… Si se cruzan los datos del impacto del cambio climático con las poblaciones más vulnerables resulta que éstas son precisamente las que más van a sufrir sus efectos, que se suman a los conflictos existentes. Es una bomba climática que viene a agravar los problemas previos. El cambio climático es la chispa que lo enciende todo, pero por debajo de él ya hay de por sí unas situaciones de inestabilidad, desigualdad, gobiernos frágiles, poblaciones muy vulnerables, tensiones étnicas… También se ha demostrado que el cambio climático fomenta tensiones étnicas previamente existentes.

Efectos de la desertificación en Egipto

¿La creciente escasez de recursos hídricos puede ocasionar guerras por el agua?

La gestión de los recursos hídricos casi siempre ha sido motivo de colaboración más que de confrontación, pero a medida que éstos escaseen como consecuencia del cambio climático, que aumente la demanda para su consumo, para la producción de alimentos por el aumento de la población o para la generación de energía, van a estar más comprometidos. Y es posible que en el futuro pase a ser un motivo de enfrentamiento. Estamos viendo casos ahora por ejemplo con la construcción de la presa en Etiopía. Egipto, que ha sido la potencia hidrohegemónica -el agua es vital para su desarrollo económico-, puede verse influido tanto por el cambio climático por la intrusión salina del agua del mar hacia sus deltas como por posibles conflictos con países donde nacen las cuencas, en este caso del río Nilo. Los recursos hídricos si no se gestionan bien van a ser en el futuro una fuente de conflicto.

¿Cómo se pueden abordar los grandes retos que plantea el cambio climático?

Los grandes retos se pueden abordar, desde luego, de una forma holística e integral, teniendo en cuenta que el cambio climático es quizás la mayor amenaza a la que se enfrenta la humanidad en las próximas décadas. Incluso así es percibido por la población mundial. Hay un estudio reciente del Pew Research Center que señala que el cambio climático es la mayor amenaza incluso por encima de la pandemia, el terrorismo, las armas de destrucción masiva y la crisis económica. Por lo tanto, es necesario un enfoque integral y, por supuesto, hay que hacer un esfuerzo en la descarbonización; ya estamos viendo cómo muchos países están avanzando hacia ese modelo económico descarbonizado y más sostenible. El periodo pospandémico nos está llevando hacia un nuevo modelo económico que se va a sustentar en la sostenibilidad, en las energías renovables y en la descarbonización. Y tan importante como la descarbonización es comenzar ya en serio los procesos de adaptación climática y de prevención de riesgos. Una vez que la ciencia facilita con muchísima mayor precisión los impactos del cambio climático en función de las distintas regiones del planeta es posible adelantarse y adoptar las medidas de adaptación necesarias.

También es importantísimo realizar una gestión efectiva e inclusiva de los recursos. Hemos puesto el ejemplo de los recursos hídricos. Hay que afrontar esa escasez en determinadas zonas del planeta, pero también hacer un uso más sostenible de los recursos, porque no sólo se limita el agua, sino que también está disminuyendo su calidad por la contaminación, por la intrusión salina. De modo que es muy importante el uso efectivo e inclusivo de los recursos. Esta realidad afecta a zonas de África donde las diversas etnias tienen distinto acceso a los recursos y por eso resulta tan relevante esa inclusión, para evitar confrontaciones y conflictos étnicos.

También hay que tener en cuenta los factores que condicionan la vulnerabilidad de las poblaciones. ¿Por qué un mismo fenómeno meteorológico no impacta de la misma forma en todo el mundo? En el caso del Mediterráneo lo vemos, difiere mucho en la orilla norte y en la orilla sur. Tenemos unos modelos económicos distintos, una dependencia de los alimentos del exterior en el sur del Mediterráneo que no se da en la orilla norte. Hay que averiguar por qué el mismo impacto es distinto en cada población. Por qué la subida del mar en un metro en una zona de Europa no es tan significativa como en un Estado insular, que puede llegar a desaparecer. Por ello, es importante especificar geográfica y localmente qué factores condicionan la vulnerabilidad.

Cuadro aportado por Mar Hidalgo (IEEE)

Además el tema de la demografía resulta fundamental. Vamos a alcanzar probablemente los 9.000 millones de personas en 2050 y esa población básicamente va a ser urbana. Afrontar los retos del cambio climático y de las desigualdades en las ciudades también será un tema muy importante sobre el que trabajar para hacerlas más inclusivas y resilientes. Si las consecuencias del cambio climático generan sequías las personas dedicadas al campo, con una situación de degradación de tierras, donde la agricultura no es sostenible porque utiliza un 70% de los recursos hídricos, van a emigrar a las ciudades. Si esas migraciones no se realizan de una forma inclusiva pueden desatarse conflictos. Estamos viendo un alto porcentaje de suburbios en las ciudades africanas. Y no olvidemos que las Primaveras Árabes al final surgieron también como una sublevación de la población frente al aumento de los precios de los alimentos por una situación de inseguridad alimentaria.

Estas carencias pueden conducir al estallido de conflictos, por eso es tan importante abordar el desarrollo sostenible, la vulnerabilidad de las poblaciones al cambio climático, avanzar hacia modelos más eficientes desde el punto de vista de la utilización de los recursos hídricos, la innovación en la agricultura y en las energías renovables para que también sirvan para apoyar esos sistemas agrícolas y la investigación en nuevos proyectos productivos. Asimismo, resulta esencial ofrecer oportunidades a la población joven, un nuevo modelo económico y social para que pueda desarrollar su vida profesional en su país de origen. Y sobre todo escuchar a las propias poblaciones, porque muchas veces en Europa consideramos que tenemos que imponer nuestras soluciones y hay que tener en cuenta los factores de las zonas de riesgo, más vulnerables al cambio climático, así como las propuestas y la forma de vida de los países destinatarios. Debe haber una colaboración en ambos sentidos.

El pasado 30 de abril de 2020 el Instituto Español de Estudios Estratégicos (IEEE) cumplió cincuenta años. ¿Con qué objetivo se creó?

El instituto nació en 1970 para ser un puente entre la sociedad civil y el ámbito militar. Surgió como un centro de pensamiento como los que ya había en Europa. Y a lo largo de estos cincuenta años el instituto ha pasado por distintas fases, pero siempre ha tenido clara su vocación: desarrollar estudios de investigación para dar a conocer las cuestiones de seguridad y defensa a la sociedad española, fomentando con ello la cultura en ambas cuestiones. Han sido cincuenta años en los que el instituto ha ido evolucionando y adaptándose a las nuevas tecnologías, a las nuevas formas de comunicación. Sobre todo es un instituto por y para la sociedad. Nos hemos adaptado a las redes sociales, estamos centrados en temas de investigación, el personal siempre ha sido civil y militar. Durante estos años hemos visto que a medida que ha ido transformándose el mundo, el instituto en sus publicaciones, conferencias y trabajos de investigación ha ido haciéndose eco e incluso adelantándose a esos cambios. Pero siempre con el objetivo de ser un puente entre el mundo militar y la sociedad para aumentar y fomentar la cultura de defensa en la población española.

¿Cree que actualmente la sociedad española percibe las cuestiones internacionales como algo que puede afectar directamente a su vida?

Sí, lo hemos visto con la pandemia. Vivimos en un mundo donde las amenazas son más impredecibles, indiscriminadas, un mundo dominado por la complejidad, por la incertidumbre y la pandemia nos lo ha demostrado. Nos ha hecho chocarnos de frente con el problema de la seguridad, entendiendo como tal un entorno estable en el que las personas y las empresas pueden desarrollar su actividad. Nos ha afectado a nuestra propia seguridad y además hemos sido partícipes de la propagación de esa amenaza, porque nosotros mismos somos propagadores del virus. Somos conscientes de que se trata de una amenaza nivel mundial, compleja, que nos ha quitado la privacidad, la libertad, nos ha privado de muchísimas cosas. Nos ha conducido a una crisis económica sin precedentes. De hecho, se compara con los daños de la II Guerra Mundial. Es como si estuviéramos en otra guerra. Y la gente es ahora más consciente de que la seguridad tiene muchísimos ámbitos.

Durante estos últimos años han aumentado las carreras sobre relaciones internacionales, se ha despertado un interés en España por estas cuestiones que antes no se preveía. Ahora las amenazas son más cercanas, ya no es algo que ocurra lejos. El cambio climático también lo sentimos cerca. Ya hay muy pocos negacionistas, porque nos está afectando directamente. Los fenómenos meteorológicos son cada vez más adversos y más frecuentes. Hay un mayor interés por todos estos temas, más publicaciones a raíz de nuevos think tanks [laboratorios de ideas], programas de debate en televisión, porque la gente se ha dado cuenta de que le afectan en todos los ámbitos de su vida.